Pero los recibimientos cálidos, o fríos o broncudos no son culpa de Lalo Ximenez. Si acaso su error fue no haber jugado la Diputación local por Morena, y ahora deba lidiar con el discurso y el hecho que tiene que formarse en la cola.
Antonio Mundaca
Lalo Xímenez era de Morena antes del proceso electoral. En el proceso electoral se hizo independiente. Se pintó de negro y gris. Blanqueció el discurso contra los partidos políticos y su aventura le dio casi 4 mil votos. Hoy vuelve a ser Moreno. Y fue recibido a regañadientes por los más grandes oportunistas del partido que Andrés Manuel López Obrador se niega a purgar. Porque le conviene. Porque es hora de sumar para que el 2018 llegue a un puerto más claro que su declaración 3 de 3. Pero los recibimientos cálidos, o fríos o broncudos no son culpa de Lalo Ximenez. Si acaso su error fue no haber jugado la Diputación local por Morena, y ahora deba lidiar con el discurso y el hecho que tiene que formarse en la cola. Bailar con la negra, después con la pinta.
Y sí, fue recibido por tres “liderazgos” cuestionados. Primero por Ángel Domínguez, el Coordinador Regional enfrentado con Salomón Jara, especialista en selfies y fotos de Facebook, cuestionado al interior por su afición a las “frías” y la baja producción de “seccionales”. “Palmilla” ¿qué representa Palmilla? El chiste se cuenta solo. Y bueno, Elías Olivera González, “encargado” de Morena en el municipio. ¿Qué representa Elías?- ¿el beso de la tribu que pide dinero por candidaturas y donde manda Irma Juan Carlos?
Lalo Ximenez podría aportar frescura a Morena. Nuevos cuadros. Trabajo en colonias y comunidades. Proyectos publicitarios de promoción convenientes a una fracción política acostumbrados a un socialismo arcaico y convenenciero. Pero deberá enfrentar una escalada en su discurso que incendió el proceso electoral, el fin de tocar su propia música, y acomodarse a un son maniqueo y sin libertad.