- “Faltan las pruebas”, dicen, porque en la relación del narco y el gobierno siempre faltan pruebas, aunque periodistas, activistas, empresarios, políticos y pueblos enteros sepan de dónde viene el dinero, siempre han faltado pruebas de todo durante el sexenio, pero más ha faltado quien se atreva a decirlo, sin llevar a cuestas la carga de la militancia de los “opositores” o “reaccionarios”, como los llama Obrador para equiparar la 4T con la revolución francesa, que acabó con miles de guillotinados.
por Antonio Mundaca /
Qué rara es la militancia política en los periodistas y los activistas de la izquierda, sus pulsiones más que básicas como el hambre o la supervivencia, se parecen mucho a la fe errática en dios y al dinero de la ultraderecha: están anclados a un mundo, que igual sólo queda en sus visiones.
Los mismos que han contado durante este sexenio sobre la militarización del país, los mismos que han nombrado los desaparecidos del obradorismo y han documentado cómo AMLO no quiso resolver el crimen de Estado cometido contra los estudiantes de Ayotzinapa, y acabó exorando al general narco de Cienfuegos; son los mismos que no creen que una campaña política de su ídolo, en algún momento, por un atisbo, pudiera haber tenido dinero del narcotráfico.
“Son investigaciones oficialmente concluidas”, dicen en nado sincronizado, siguiendo el mismo patrón que la derecha que detestan y sus medios corporativos y liberales y fifís, la militancia también los atraviesa con un mundo de blanco o negro, sin matices, que alguien cuestione las carretadas de cash malavido en las elecciones, es lo de menos.
“Faltan las pruebas”, en la relación del narco y el gobierno siempre faltan pruebas, aunque periodistas, activistas, empresarios, políticos y pueblos enteros sepan de dónde viene el dinero, siempre han faltado pruebas de todo durante el sexenio, pero más ha faltado quien se atreva a decirlo, sin llevar a cuestas la carga de la militancia de los “opositores” o “reaccionarios”, como los llama Obrador para equiparar la 4T con la revolución francesa, que acabó con miles de guillotinados.
La militancia política del periodista y los activistas, con todos sus ojos abiertos, tiene mucho de una lastimosa esperanza, como los alcanzó el presente, de alguna forma desean que no los alcance el futuro, no ser tragados por la realidad amarga, que quede la candidata menos peor, para no irnos como país al desfiladero.
La militancia de prensa que cree en la hegemonía cultural de la sociedad civil y mira al resto del país con el desdén de quienes miran desde el centro, las violencias del interior, donde se vale tener caciques o narcogobiernos, no alcanzan a los simuladores, porque miran desde arriba, pero no por ingenuos.
¿En qué país han vivido? ¿por qué se cansaron? ¿por qué dejaron la revolución de sus consciencias y se unieron a la divinidad del zarismo o del tlatoani?
Los 180 mil asesinados de este sexenio todavía no les dicen que todas las campañas políticas de este país, a las presidencias municipales, a las diputaciones en los ranchos o al Senado, tienen dinero del narco, del huachicoleo, inversionistas de impunidad, y eso no se detuvo en este gobierno, por eso la violencia es interminable.
Verlos y oírlos defender el poder me recuerda al síndrome de indefensión adquirida, ante el enemigo exterior, perdieron la capacidad de distinguir la diferencia entre la víctima y el victimario.
Debe ser porque AMLO, de algún modo, construyó para los suyos en las mañaneras esa dependencia. El torturador se ha ocupado de destruir totalmente su autoestima a través del terror, el desaliento, la desconfianza, la amenaza y la sospecha, los “enemigos del pueblo” durante el sexenio moral, no puede a los militantes arrebatarles la posibilidad del “cambio verdadero”.
Entre creerle a Anabel Hernández -que con los Señores del Narco pavimentó el camino a la cárcel a Genero García Luna en el narcogobierno de Felipe Calderón-, o creerle a un animal político como López Obrador parado frente a su mito devorado por la fiebre, eligen creerle al que tiene el poder , son periodistas o activistas que conscientes de la guerra contra el narco, desechan la historia completa de la guerra y la política, porque en estas dos, los que han tenido tanto poder, siempre acaban siendo el carnicero.