El boletín del gobierno municipal de Tuxtepec enviado a medios de comunicación el 15 de abril 2019 titulado “Nuestra solicitud fue escuchada, vendrá a Tuxtepec la Guardia Nacional: Dávila”, es el mejor ejemplo de oportunismo político y la maquinaria de propaganda activada: Una decisión federal es usada como un logro local. Un presidente municipal que solicitó ayuda sin pedir nada en un triste video de 2 minutos y 2 segundos el día que ejecutaron a su director de transporte y ni siquiera, mencionó su nombre.
Ese mismo presidente municipal vio a Obrador para entregarle revistas de propaganda y en sus comunicados nunca informó la solicitud de seguridad. Un gobierno aliado a Murat que lleva la cifra cercana a 400 ejecuciones durante su administración municipal. Un presidente municipal que hizo el primer pronunciamiento público, después de 2 años y medio de razias en calles céntricas atribuidas al crimen organizado, y de un discurso oficial donde los asesinatos han sido por “falta de valores en las familias”.
La escuela indolente de la revictimización a los sobrevivientes, a los heridos y los daños colaterales y los muertos. Los jóvenes asesinados por montones apilados en estadísticas a las que no hay que consultar. Pero ahora sí, “gracias a su solicitud expresa”, Tuxtepec tendrá paz. “La violencia está en todo el país” fue el discurso que repitieron los medios de comunicación, ordenado por la oficina de comunicación social mientras la ciudad se convertía en el actual desastre económico que es hoy, con familias desplazadas y decenas de desaparecidos que no figuran en las estadísticas. Y tras sus palabras, un ejército de boots (ahora documentados por la organización internacional de protección a periodistas Artículo19) emergiendo para contrarrestar la crítica de la opinión pública desfavorable contra un gobierno que 2 años y 4 meses después de obtener el poder, perdió las excusas para equivocarse. Sí, qué bueno que viene la Guardia Nacional a la Cuenca del Papaloapan. Ojalá sea la solución. Ojalá la militarización no acabe en un nuevo desastre en una ciudad donde la clase política y los señores de las armas a veces son la misma cosa. Ojalá no sea una excusa para nuevos culpables. Mientras tanto, es posible hacer una tesis sobre la propaganda y cómo se crean las “cajas chinas”.