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  • La colonia Siglo XXI es una tierra de desplazados, sus habitantes se han ido a las maquilas del norte los últimos 15 años dejando con mil personas menos la población, la mayoría jóvenes. En ese asentamiento oaxaqueño, los hermanos Pacheco se debaten entre conservar sus raíces o empezar de cero en el desierto

 

Texto: Antonio Mundaca y Karla Arrazola / El Muro Mx
Fotos: Edwin Hernández / Raúl F. Pérez / Antonio Mundaca

 

Tuxtepec / Chihuahua. — La migración tuxtepecana de la Colonia Siglo XXI al norte del país ha dejado en el municipio oaxaqueño un hoyo urbano de al menos 150 familias. Dice Eloy Pacheco, líder comunitario, que hace 20 años cuando su colonia era un páramo que apenas tenía luz eléctrica volvió de Chihuahua un viajero mítico: un albañil indígena de lengua materna chinanteca que estuvo un año en una región industrial conocida como Paquimé y cruzó después a El Paso, Texas.

Les trajo noticias de una tierra prometida en el desierto. Desde entonces no hay un año en que principalmente los jóvenes no se marchen.

“No tienen otra opción, se van a las maquilas para superarse. Allá la industria les da opciones de trabajar y estudiar al mismo tiempo, acá la mayoría no termina sus estudios, casi no hay profesionistas y tienen que dedicarse a la construcción, que es casi siempre el mismo oficio que sus padres”, Eloy Pacheco, a sus 45 años, tiene el panorama del pueblo. Vive en la Siglo XXI desde que el asentamiento ejidal fue fundado hace 30 años.

Una comunidad con cifras negras de migración

Eloy conoce cada una de las calles de la colonia, desde muy joven también inició en la política dentro de la estructura de poder comunal. A los 22 años fue secretario de la presidencia de la colonia y desde entonces ha ocupado cargos en comités escolares. En 2022, por segunda vez, fue elegido como representante de la asamblea frente al ayuntamiento de Tuxtepec por tres años.

 

La migración ha provocado en la Siglo XX1 de Tuxtepec, un éxodo de mil habitantes en 15 años.

 

Dice que en la Siglo XXI alrededor de 400 casas son sostenidas económicamente por albañiles y el resto por dinero que llega de remesas. Es un conjunto habitacional donde 80% de los pobladores son indígenas chinantecos, originarios de San Felipe Usila, Valle Nacional, Jalapa de Díaz y San Lucas Ojitlán; además, hay hablantes de mazateco de San Miguel Soyaltepec. Casi todos son descendientes de familias que han realizado múltiples migraciones forzadas.

La primera generación fue expulsada de los llanos con sus mejores tierras de cultivo cuando el gobierno federal construyó las presas Miguel de la Madrid y Miguel Alemán durante la década de los 70 y 80. La segunda generación fue expulsada de predios federales y reubicada en este asentamiento. La tercera generación ahora se desplaza a la frontera norte. Dejaron de huir de las inundaciones para habitar la tierra seca del desierto de Chihuahua.

El éxodo masivo de personas ha afectado a la colonia, nos faltan manos para hacer las faenas, nos ha costado trabajo en los últimos años reparar las calles, rescatar las tuberías. En un tramo hay 40 casas, 5 son lotes baldíos y 15 son casas que están solas porque la gente se fue a Ciudad Juárez”, cuenta Eloy Pacheco.

 

 

A pesar de que Tuxtepec en los datos estatales arrojan un nivel relativamente bajo de migración, ya que de sus 41 mil 275 casas sólo mil 506 son viviendas que tienen oficialmente migrantes registrados en datos de la Dirección General de Población del Gobierno del estado de Oaxaca, en la Colonia Siglo XXI, según las estadísticas locales, impera una cifra negra. Eloy Pacheco dice que hay un subregistro, pues como presidente de la colonia sostiene que en sus recorridos ha podido registrar una “pérdida” de población. A principios de 2010, afirma eran 5 mil habitantes y en 2021, durante el cambio de mandos comunitarios la cifra se redujo a 4 mil personas.

“En Tuxtepec hay un subregistro de personas que migran, la colonia Siglo XXI pasó de 5 mil a 4 mil habitantes en 15 años, muchos de ellos se fueron al norte abandonando sus casas”.

“Tenemos construidas alrededor de 900 casas, pero habitadas sólo 750. Además hay muchos lotes baldíos, hay cerca de 150 familias que tienen su casa aquí pero ya no están, se fueron”. Reconoce que aunque la migración nunca se ha detenido, fue durante los violentos años de 2017 a 2020, cuando el municipio tuvo una espiral criminal, que el éxodo se intensificó.

Paula, la búsqueda de un lugar donde arraigarse

La familia de Eloy Pacheco también pasó por ese proceso de separación eminente ante la falta de oportunidades en Oaxaca. Paula Pacheco, hermana de Eloy, se fue a Ciudad Juárez el 10 de agosto de 2005, mientras él decidió quedarse en el pueblo a hacer faenas y tareas patrimoniales y combina desde entonces su labor en política social con el trabajo de periodista.

Paula Pacheco emigró a Ciudad Juárez cuando tenía 32 años. Tenía tres días de haber llegado a la ciudad fronteriza cuando ingresó a la maquiladora EPSON, ensamblando impresoras y haciendo costuras para máquinas industriales. En su primer empleo duró seis meses y tuvo que rentar una pequeña casa de Infonavit alrededor de la fábrica donde trabajaba, pagaba mil pesos al mes para que el dinero le alcanzará.

“La vida en Juárez es ventajosa, hay muchas industrias, sólo debes comprobar que sabes leer y escribir para que te contraten. En Tuxtepec sin tanto estudio sólo puedes trabajar en tiendas en horarios de 9 de la mañana a 9 de la noche y tú pagas tu transporte y comida”, cuenta.

Paula se fue de Tuxtepec con sus dos hijas. Antes de llegar a Juárez ya había intentado con su esposo cruzar la frontera a Estados Unidos. Ambos han viajado por el país en busca de oportunidades durante los 32 años de matrimonio. Ella tenía 18 años cuando se casó y se fue con él a Sonora cuando trabajó en una mina. Su primera hija la tuvo a los 19 años. Se casó el 3 de diciembre de 1990 y su hija nació el 16 de octubre de 1991. Su vida parece un acelerador buscando un lugar donde arraigarse. Hablar con Paula es hacer un recorrido de lugares a Las Vegas, California, México, Tres Arroyos en Playa Vicente. Ella y su esposo estuvieron un año y medio en Estados Unidos. Querían volver a pesar de que no les había ido bien, pero “el coyote” primero quería pasar a sus hijas pequeñas y después a ellos, decidieron entonces mejor quedarse a buscar trabajo en Ciudad Juárez.

“La vida en Juárez es ventajosa, hay muchas industrias, sólo debes comprobar que sabes leer y escribir para que te contraten. En Tuxtepec sin tanto estudio sólo puedes trabajar en tiendas”
“En Oaxaca trabajaba lavando ropa y planchando ajeno, sólo tenía terminada la primaria. Acá en Juárez en el trabajo me dieron posibilidad de estudiar la secundaria en el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA)”. Desde 2017 Paula labora para la empresa Sonrics que hace dulces y caramelos navideños y los envía a la Unión Americana. Con 52 años y más de una década de vivir en el norte, su sueldo es de 3 mil 200 pesos por trabajar 12 horas a la semana y está orgullosa de que en el reparto de utilidades anual la empresa le entrega puntualmente entre 20 y 22 mil pesos.

—¿Sus hijas se adaptaron a Juárez?-

—Mis hijas Gladys, Rocío y Ludivina ya hicieron su vida en Juárez, ninguna aspira a migrar, tampoco desean regresar a Tuxtepec o tienen poco interés en conocer más sobre sus raíces. Ellas ya están casadas con hijos y ven el pueblo como algo que casi no recuerdan. Ellas también trabajan en las maquilas.

Un miedo a no volver a ver

A pesar de que en Juárez Paula parece haber encontrado todo lo que le faltaba, dice que la Colonia Granjas del Desierto, donde vive, y que está a 15 minutos del centro y el Paso Texas, tampoco tiene calles pavimentadas, el aire es polvoso y la temperatura seca de más de 40 grados todavía le quema. La reconforta que pudo hacerse de un terreno grande. “Hasta tenemos un carrito”, cuenta. Igual que en la Siglo XXI, en la colonia juarense no había luz eléctrica cuando ella llegó y también todos cooperaron para instalarla porque el ayuntamiento chihuahuense nunca respondió a las solicitudes.

 

 

—¿Juárez es más violento que Tuxtepec?

No, no creo, sentí más inseguridad en Tuxtepec. En Juárez salgo y no tengo miedo. Fui al pueblo en 2019, pero tuve mucho miedo porque en la colonia donde vivía, la Siglo XXI, mataban muy seguido. En los días que estuve hubo cuatro asesinatos y otro que balearon”.

Paula tardó 15 años en volver a Tuxtepec desde la última vez que se fue a la frontera. Se reúne con su hermano Eloy para compartir la comida. Eloy tenía cuatro años de no ver a sus sobrinas. No las vio crecer y parece que ambos hermanos buscan recuperar el tiempo. Ahora, es posible mirar el rostro moreno y tímido de Paula emerger con una sonrisa mientras habla con nostalgia. Acaba de llegar de la Presa Cerro de Oro a la colonia Siglo XXI tras varias horas de andar en el río. Lleva varios días buscándole sentido al lugar donde nació. Su esposo Pedro Reyes, falleció apenas el 23 de febrero de este año.

“Quisiera regresar a la Siglo XXI para ver más a mi mamá, me da mucho miedo que un día me digan que está grave y no la vuelva a ver”, cuenta como un deseo aún por cumplir.

 

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Esta investigación fue realizada gracias al apoyo del Consorcio para Apoyar el Periodismo Regional en América Latina (CAPIR) liderado por el Institute for War and Peace Reporting (IWPR). El reportaje completo encuentra en los siguientes enlaces: https://bordesfronterizos.elmuromx.org/inicio/ y en https://raichali.com/bordesfronterizos

 

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