- Durante los 50 días que duró la travesía, el equipo enfrentó numerosos retos, desde la adaptación a las duras condiciones de la vida náutica hasta la integración en las tareas cotidianas del barco. A través de la cámara, el equipo de La Montaña capturó una visión distinta del EZLN que ha resonado con diversas audiencias, desde simpatizantes del movimiento hasta quienes lo desconocían por completo, ofreciéndoles una experiencia contemplativa y esperanzadora que va más allá de la narrativa tradicional. Esta es una entrevista con su director Diego Enrique Osorno.
Texto: Vanessa Briseño/ Zona Docs
Diego Enrique Osorno, presenta “La Montaña”, un documental que logra capturar las complejidades del viaje transatlántico de una embarcación con siete tripulantes pertenecientes a la delegación 4-2-1 del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Una obra sensitiva llena de reflexión que nos acerca a la travesía de cuatro mujeres, dos hombres y una persona no binarie: Lupita, Carolina, Ximena, Yuli, Felipe, Bernal y Marijose. En 2021, durante el contexto de la pandemia por COVID-19, atravesaron el mar para llevar un mensaje de resistencia, lucha y solidaridad a diferentes colectivos y movimientos sociales europeos.
En entrevista con Diego Enrique Osorno compartió que, desde los 14 años, quedó profundamente impactado por el movimiento zapatista, un interés que se consolidó con el tiempo y que lo ha acompañado a lo largo de su carrera como periodista y documentalista.
“Me tocó conocerlo a través de las noticias en la televisión cuando vivía en Monterrey”, comentó para ZonaDocs. Con el paso de los años, su fascinación por este movimiento, que describe como “una búsqueda de horizontes permanente”, lo llevó a seguir de cerca su evolución y a profundizar en su estudio a través de su trabajo en medios de comunicación.
La oportunidad de documentar el viaje zapatista a Europa en 2021 surgió a partir de una invitación que le provocó gran emoción y un sentido de responsabilidad:
“Cuando supe que iban a hacer este viaje a Europa, tuve la fortuna y la responsabilidad de que me invitaran a subir como alguien externo a dejar registro”, aseguró el director.
A pesar de su conocimiento previo de la organización y de haber visitado comunidades en la Selva Lacandona, Chiapas, Diego Enrique sabía que era crucial establecer una relación directa con les siete zapatistas que habían sido seleccionades para el viaje.
“Lo primero fue compartir un poco mi propia experiencia, mi historia, y escucharlos antes de sacar la cámara, antes de poner todo el dispositivo”, aseguró. Este enfoque, de hacer que la cámara fuera una presencia natural y no intrusiva, dio pie para que la película capturara de manera auténtica la travesía compartida.
Como en todo viaje, el equipo del documental y les tripulantes de la embarcación de La Montaña se enfrentaron a distintos retos durante los 50 días que pasaron navegando por el Atlántico, pues se trataba de su primera experiencia náutica. Diego Enrique recordó que, antes de comenzar a filmar, hubo una etapa crucial de adaptación tanto física como mental a las condiciones de navegación:
“Fue casi una semana de adaptar tanto el cuerpo y la mente de María (María Secco, encargada de la fotografía) como el mío a la navegación porque no teníamos experiencia previa”.
Al salir, enfrentaron un fuerte cordonazo de viento que rompió las velas del barco y les dejó, en palabras del director, “un poco noqueados” por la intensidad de la situación. Esta experiencia, lejos de ser solo un reto físico, también los preparó emocionalmente para la tarea que tenían por delante.
Además de filmar, el equipo de producción y les tripulantes zapatistas tuvieron que integrarse plenamente a la vida en el barco, asumiendo responsabilidades que iban más allá del trabajo documental. “En un barco tan pequeño y con una misión tan grande como cruzar todo el Atlántico, todos teníamos que trabajar”, afirmó. Esto significaba que, además de filmar, participaban en tareas como la limpieza, la cocina, la guardia, y el cuidado de las velas. A pesar de estos retos, una vez que comenzaron a grabar, Diego Enrique señaló que todo comenzó a fluir permitiendo que la producción se desarrollara con naturalidad.
Diego Enrique compartió que el documental La Montaña resonó de manera diversa entre las personas del público, especialmente en los festivales a los que asistió. El director identificó que había personas simpatizantes del movimiento zapatista, quienes, aunque ya conocían la causa, quedaron sorprendidos por el enfoque de la película. “Los que conocen el movimiento, pues piensan en un grupo guerrillero, en la imagen de los 90 con el comandante Marcos en primer plano”, comentó.
Sin embargo, en el documental se encontraron con una visión más contemplativa, donde el protagonismo se repartía, ya que en lugar de la selva, el escenario principal era el mar. Esta perspectiva distinta, aunque desconcertante al principio, fue recibida de manera positiva por este grupo de espectadores.
Así mismo, se identificó a un sector de la audiencia que no tenían ningún conocimiento previo del EZLN. Este público, ya sea por pertenecer a otra generación o por no haber estado expuesto al movimiento zapatista, llegó al cine sin expectativas. “Esa gente agradecía sobre todo una película en la que pudieran explorar una historia contada por sus protagonistas, sin estridencias, de una manera muy sencilla”, precisó.
La película les ofrecía una pausa de la realidad urbana vertiginosa, permitiéndoles sumergirse en un ritmo distinto, con paisajes marítimos desconocidos y una narrativa fluida que invitaba a la reflexión.
El director notó que quienes salían de la proyección lo hacían con un sentido renovado de esperanza. “Después de haber estado viendo a un grupo de personas idealistas, que todavía creen que es posible cambiar el mundo, salían con una especie de bálsamo”, agregó Diego Enrique. Aunque algunas personas se interesaban por conocer más sobre el movimiento zapatista, otras simplemente se quedaban con lo que transmitían sus protagonistas. Hubo para quien la película ofrecía una experiencia que iba más allá de la historia misma: una sensación de esperanza y la idea de que, a través de la organización y el cambio en el entorno inmediato, es posible impactar el mundo.
Diego Enrique describió La Montaña como un parteaguas en su carrera, una experiencia que nunca imaginó vivir, pues de acuerdo con él, este trabajo marcó un antes y un después en su trayectoria como reportero, documentalista y cronista, conjugando todos estos roles en una sola experiencia. La responsabilidad de documentar esta travesía, otorgada por la tripulación de zapatistas, le hizo reflexionar sobre el impacto profundo que tuvo esta oportunidad en su trabajo, convirtiéndola en un punto disruptivo en su carrera:
“Nunca me imaginé ni en el más loco de mis sueños cruzar el Atlántico, menos aún cruzarlo con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional”.
Igualmente, el director explicó que su interés se centra en tres temas principales: el poder, la justicia y la rebeldía. Para él, esta historia es una manifestación clara de la rebeldía de los pueblos originarios, quienes “llevan más de 500 años con una historia de rebeldía y de resistencia”, concluyó. A través de La Montaña, Diego Enrique tuvo la oportunidad de capturar y reflejar esa lucha constante, lo que enmarca este proyecto dentro de su compromiso por documentar las historias que desafían las estructuras de poder y buscan justicia.
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Este trabajo fue publicado originalmente en Zona Docs que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar su publicación.