El asesinato de Gustavo Pacheco
El asesinato de índole política, ajuste de cuentas, vínculos con la delincuencia or ganizada, dio pie a la muerte del padre de familia. La avenida 20 de Noviembre donde vivió toda su vida, fue cubierta de coronas. La imagen de su rostro hinchado sobre el féretro centelleaba sobre los sirios./ 16 septiembre del 2011
ANTONIO MUNDACA/ @amundaca
TUXTEPEC, OAXACA.- La tranquilidad de Tuxtepec se rompió abruptamente mientras se hacían los preparativos para el grito de Independencia. Las intimidaciones de un 15 de septiembre violento que amenazó al país en el último mes cayó en la ciudad con una noticia que causó consternación.
Gustavo Pacheco Villaseñor ex munícipe y ex candidato a la diputación local por el distrito XVIII por el PRI, había sufrido un atentado que le costaría la vida horas más tarde. Corrían las 9 de la mañana cuando el celular de funcionarios públicos, reporteros y cuerpos de seguridad reportaban una persona ejecutada en la esquina de Rayón casi muro bulevar. Parecía una ejecución más de los “hechos aislados” que se han venido suscitando en el casco urbano en los últimos meses.
En el lugar donde Pacheco Villaseñor construía un motel con apoyo familiar había quedado un charco amplio de sangre que anticipaba la certeza que se sabría horas más tarde. Alrededor de las 9:30 se confirmaría que el ejecutado era el ex presidente municipal de Tuxtepec, Gustavo Pacheco Villaseñor, y la noticia corrió como pólvora. Al lugar habían llegado reporteros y la Cruz roja mientras los sospechosos se daban a la fuga rumbo a la carretera agua fría en un carro compacto según la versión de testigos. A partir de ahí la ciudad sería como un teléfono descompuesto donde se denunciaban balaceras, actos de violencia, funcionarios estatales recibían llamada preguntando si la persona ejecutada era el doctor José Manuel Barrera Mojica.
El caos de información sobre las versiones cundió las redes sociales mientras el hospital general iba llenándose de personas cuyos rostros y palabras presagiaban el final de un liderazgo. Gustavo Pacheco Villaseñor era declarado muerto al ingresar al hospital cerca de las 10 de la mañana. Su hermano Javier Pacheco era internado por heridas de bala. Como ovejas sobre una miel podrida llegaron al lugar detractores del joven político tuxtepecano.
Amigos, familiares, y la sala de urgencias del Hospital General se llenó de extraños y conocidos que se hacían preguntas con demasiadas respuestas por saberse. El padre de Gustavo, don Diego Pacheco salió desde la puerta blanca que da acceso al nosocomio. Sus palabras fueron parcas, perturbadores y concisas: no les daré el gusto que me vean llorar por esto , lo pararon, lanzó al viento, entonces guardó silencio y la prensa se abrió a su paso para que las personas le dieran el pésame. El dolor se lleva por dentro, diría después el ex presidente, padre del también ex presidente ejecutado. Alrededor de las 11 de la mañana el cuerpo fue traslado al anfiteatro. En pocos minutos el hospital volvió a quedar semivacío con elementos de seguridad salvaguardando al sobreviviente que herido en la pierna deba la declaración a la autoridad mientras era tratado de una crisis nerviosa.
Anilu Delfín Rodríguez se pertrecho en el hospital junto con sus familiares en espera de los trámites, en espera del pésame. La noticia tomó carácter nacional y el Procurador de Justicia de Oaxaca, Manuel de Jesús López López arribó a la ciudad pasadas las tres de la tarde. Las frases hechas como se aplicará la ley, tenemos líneas de investigación diversas, no se descarta el crimen organizado”, “la Cuenca es un lugar seguro” retumbaron para explicar que por el tipo de calibre había dudas de que se tratará de vínculos con el narcotráfico.
El calibre del arma que asesinó a Gustavo Pacheco e hirió a su hermano Javier era una 3.80, de uso doméstico. La necropsia reveló un tiro mortal en la cabeza y 5 más en el pecho. Al caer la noche la casa de Gustavo Pacheco se volvió un espacio para el luto. El asesinato de índole política, ajuste de cuentas, vínculos con la delincuencia or ganizada, dio pie a la muerte del padre de familia. La avenida 20 de Noviembre donde vivió toda su vida, fue cubierta de coronas. La imagen de su rostro hinchado sobre el féretro centelleaba sobre los sirios.
Una cicatriz maquillada y cocida tapaba el agujero que dejo la bala que le quito la vida. “Así no era”, era una frase que ardía en el ambiente. El PRI del estado fraguaba en un día 15 de septiembre a un nuevo mártir. La imagen de la camilla ensangrentada dentro de la ambulancia, el ex presidente caído, cargado a la ambulancia, su cuerpo saliendo del hospital con el rostro tapado y el estupor de uno de sus pies al aire de un hombre que siempre fue de vestir pulcro, son imágenes que circulaban en medios nacionales y estatales buscando respuestas. Alrededor de la 7 de la noche en Billarama, empresa de su propiedad, bajo su residencia seguía recibiendo flores, en la casa de su padre comenzaban los rezos
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