Scriptorium
Donaldo Borja
Luis Donaldo Martínez Borja estudió la licenciatura en Filosofía. Ha sido profesor de latín y etimologías grecolatinas, español, Historia, Formación Cívica y Ética. Creador del programa de Radio Tertulias en la azotea dependiente de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca y Café Filosófico Oaxaca. Es creador del Club de Lectura Tertulias en la azotea, y promotor de lectura acreditado por el Fondo de Cultura Económica.
- ‘De modo studendi’ escrita por Tomás de Aquino, ofrece una serie de dieciséis consejos sobre cómo estudiar, claro está, enmarcado en el contexto religioso del Filósofo y Teólogo italiano, pero ¿qué es el estudio? ¿hacía donde se quiere llegar cuando se estudia? ¿por qué le tenemos miedo a este peculiar modo de aprender?
Quizá la mayoría de personas que desean aprender algo suelen temerle al estudio. Y es que, durante mucho tiempo, la institucionalización de este, causó traumas y una gran frustración porque “simplemente las letras no entran”. Mucho tiene que ver con qué concepción tenemos de este término. Queramos o no, la semántica de los conceptos determina mucho el actuar del ser humano.
Los grandes de la Filosofía dejaron métodos para adentrarse al mundo del estudio. Es importante aclarar, que no se pretende analizar aquí la naturaleza de este, sino poder ofrecer algunos apuntes sobre uno de los métodos, quizá el más simple y más bello que pueda existir para adentrarse al saber.
El método al que hacemos referencia es a la carta denomina De modo studendi(1) escrita por Tomás de Aquino, a ciencia cierta no se tiene una fecha exacta de su elaboración, pero se tiene la creencia que pudo ser durante su regencia en la Universidad de París en los años de 1252-1255 ó 1269-1272, y que la escribió a petición de un tal Fray Juan, posiblemente, hermano de la Orden de Predicadores.
Esta carta ofrece una serie de dieciséis consejos sobre cómo estudiar, claro está, enmarcado en el contexto religioso del Filósofo y Teólogo italiano. Pero ¿qué menciona dicha epístola? primeramente, dice: empieza por lo sencillo y llega a lo complicado, ya que para la inteligencia es mucho más fácil comprender aquellas cosas que son de menor complejidad. Otro consejo dice: piensa lo que dices, en la sencillez de estas palabras se refleja el acto natural del hombre: el pensamiento. En estas épocas donde la llamada “libertad de expresión y de opinión” hacen su mella, es importante volver a la raíz de la propia naturaleza humana, ya que, en ocasiones, se dice lo que uno piensa, pero no se piensa lo que uno dice.
Así mismo, Tomás invita a no tener dobles, la hipocresía por conveniencia o la conveniencia por quedar bien, vuelve al hombre un ser líquido. Propio de un filósofo y teólogo cristiano, De Aquino invita a la oración, consciente desde su perspectiva que, aquello que por méritos naturales no se puede alcanzar, por obra sobrenatural puede aprenderse. Con ello, el consejo siguiente que deja plasmado es el recogimiento, aprender a rumiar lo aprendido en el estudio y en la oración. Consecuentemente, Tomás de Aquino sabe que un espíritu de profundo saber no es humano si no aprende a convivir con los demás, en esto, aconseja el trato amable.
Fuerte consejo nos presenta aquel cuya boca solo habla del saber, el cual nos invita a evitar las murmuraciones, dado que, los chismes y comentarios solo pueden quitar tiempo, engendrar prejuicio y no son útiles. Este consejo es un bello parangón a los tres filtros propuestos por Sócrates, escuchar si algo es verdadero, bueno y útil. Sin pasar por alto, De Aquino insiste en que el estudioso debe de informarse, estar al pendiente de los acontecimientos que suceden para poder actuar. El consejo sobre la objetividad de las cosas, enmarca el camino hacia la realidad.
Otros consejos dado por el Doctor Angélico es seguir las huellas. Tomás recupera la famosa sentencia de Bernardo de Chartres cuando se refiere a que sólo somos: “enanos en hombros de gigantes”. En la misma carta se sentencia guardar todo lo bueno, hacer nuestra aquella bondad encontrada, ya que la bondad transforma al hombre desde adentro.
Los últimos cuatro consejos dejados en la Carta a Fray Juan, son una joya directa para los que con entusiasmo buscan alcanzar los tesoros del saber: comprender lo que lees, y es que leer, desde su etimología, legere, significa recoger. Pero, en ocasiones, no se sabe recoger con los ojos lo que se lee, sino que se hace esta práctica por puro compromiso dejando de lado la lectura por placer. El cuidado en la lectura del que habla Tomás, se puede llegar a interpretar como Marguerite Yourcenar menciona en las notas a Memorias de Adriano: “Tratar de leer un texto del siglo II con los ojos, el alma y los sentimientos del siglo II”(2).
Disipar las dudas; trabajo duro para los tímidos, aventura para los inquietos. Más aún, llenar la mente poco a poco, ya el mismo adagio medieval, que quizá pudo haberlo conocido Tomás, sentencia: concedem parum, conoce poco. Muy consciente de las limitantes humanas, el Doctor Angélico, propone que el poco conocimiento lleva al hombre a las grandes ideas. Y, por último, no pretendas más allá de tus fuerzas. Tomás sabe las deficiencias humanas y sentencia que el sobreesfuerzo no conduce más que al cansancio y al desánimo, por esta razón invita siempre hacer lo que corresponde al ser, según el orden natural del ser humano, pareciera que Tomás de Aquino, presenta una explicación antropológica del estudio.
Por lo tanto, Tomás de Aquino nos deja en la Carta a Fray Juan dieciséis consejos para el estudio, una metodología que se acerca más a una explicación antropológica de este, muy al estilo de los medievales. Sin embargo, queda por seguir preguntando ¿qué es el estudio? ¿hacía donde se quiere llegar cuando se estudia? La reflexión no termina aquí, sino que acaba de empezar.
CITAS
(1) Cfr. En la siguiente página de internet, se puede consultar dicha epístola, aquí solo reproducimos para efectos de estudio los elementos necesarios: https://es.gaudiumpress.org/content/30298-consejos-de-santo-tomas-de-aquino-sobre-el-modo-de-estudiar/
(2) Yourcenar, M., Memorias de Adriano, MayenCM, España, p., 204.