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Lo que sería en principio una reunión solemne, un intercambio de propuestas sagaces, un espacio crítico de ideas agudas, de posturas perspicaces, quedó reducido –entre la simulación y el sospechismo- a una celebración festiva y de alivio, porque por lo menos ese día y hasta nuevo aviso, no habría debate.

 Karen Rojas Kauffmann

 TUXTEPEC, OAX.- Había comenzado la primera ronda de intervenciones entre los candidatos a la Presidencia Municipal de Tuxtepec. El rubro, la economía. El turno era de Ulises Soto, candidato por Movimiento Ciudadano cuando de golpe y ante la mirada incrédula de los participantes, las luces se apagaron.

Así se ensombrecía el único debate que tendríamos entre 8 de los 11 candidatos y candidatas oficialmente registrados ante el Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca (IEEPCO) y con él,  las garantías  del organismo electoral de proveer a los ciudadanos de las herramientas mínimas necesarias para que un ejercicio democrático como éste se realizara con total cabalidad. Cobraban entonces fundamento toda suspicacia, recelo, inclinación o sospecha.

De esta manera y ante lo que en apariencia sería un apagón que se resolvería rápidamente, la vapuleada política tuxtepecana y sus desacreditados mecanismos de supervisión,  ya empezaban la noche pagando sus facturas.

El golpe fue certero. Más de una hora el instituto estatal electoral tardaría en fijar su postura. El debate, ante la mirada atónita de los expectantes se suspendería. Y nunca sabríamos cómo ni quién ni porqué ni para cuándo.

¿Guerra sucia o coincidencia?

Los candidatos más avezados aprovecharon la densidad de las sombras para cazar a sus presas, fue “El Gordo”, decían mientras le hincaban los dientes a la ya de por sí moribunda administración de Antonio Sacre Rangel. ¿Guerra sucia o coincidencia?

Los menos frontales argüían entre dientes que el apagón había sido una argucia entre el candidato independiente Lalo Ximénez y Silvino Reyes Téllez, aspirante por la coalición priísta “Juntos hacemos más”, quien por la tarde había anunciado en una rueda de prensa urgida y sin espacio a las preguntas, que ni él ni el candidato a la diputación local Gabriel Cué, participarían en el debate a presidente municipal y a la diputación local, respectivamente.

Y ahí, entre la chanza y la broma, los candidatos se rieron un rato, pegaditos y sudados se aconsejaron, consensuaron y de repente también, hasta se abrazaron, y lo que sería en principio una reunión solemne, un intercambio de propuestas sagaces, un espacio crítico de ideas agudas, de posturas perspicaces, quedó reducido –entre la simulación y el sospechismo- a una celebración festiva y de alivio, porque por lo menos ese día y hasta nuevo aviso, no habría debate.

 

 

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