Desafortunada declaración dio Fernando Bautista Dávila en días recientes. Se quejó de que no fue atendido por el diputado federal Antonio Amaro. Con pelos y señales relató que le dijo lo esperara 20 minutos y 5 horas después nunca pudo atenderlo el diputado. Perdonen la reticencia, pero esas son jaladas. Dávila es presidente de los tuxtepecanos y esa es una embestidura que si el munícipe no respeta difícilmente políticos carroñeros habrá de respetarla. Con Barrera Mojica faltó carácter en la toma de decisiones y la percepción tuxtepecana es que robaron todos. Con Sacre Rangel es que él capataz toma todo y le da migajas a sus lamebotas.
La embestidura presidencial de Tuxtepec está lastimada. Dávila no puede permitirse esos desplantes, y menos divulgarlos como en tiro de feria. Si Amaro cierra la puerta, muchas otras seguramente habrán de abrirse, por encima de Amaro, existen dependencias federales y el gobierno del estado y si él y su equipo llevan proyectos, ojaló ventile a quienes se niegan al desarrollo de Tuxtepec, en tiempo, pero también en forma, hasta para decir los desaires está fallándole a su equipo de comunicación.