Obligado por las circunstancias primero, y seducido por la posibilidad de romper sesiones de cabildo como una oposición verdadera, Paco Niño se convirtió en Regidor de Bienes Municipales como se anticipó en este espacio. Acostumbrado a los reflectores, las cámaras y las visiones, el nuevo concejal tomó protesta arropado por porristas, su mamá y sus allegados, pero al término de la primera sesión, solo le quedó a la prensa esperar que el ex aspirante a la presidencia tuxtepecana, anuncie la fecha en que donará el 50% de su dieta a las escuelas pobres del municipio, y así, el populismo, y la foto, y el acarreo, y el desgaste, y la publicidad para mantener viva la marca “Paco Niño”, al menos una elección más, hasta que lo premien con un diputación plurinominal.
En la última sesión de cabildo Paco Niño dio atisbos de ser un contrapeso a las decisiones colegiadas, atisbos y atisbos que avizoran un próximo show. Amagó Niño Hernández con ser el vigilante de la corrupción, y acusó a la nueva administración de copiar su “Miércoles Ciudadano” y convertirlo en “Lunes Ciudadano” (esa propuesta trillada y gastada que tampoco es idea original del nuevo regidor, pero como vende eso de hacerse la víctima, ya sabemos por dónde va la jugada).
Es extraño ver a Niño Hernández alzando la mano, calladito, obedeciendo las reglas de la burocracia de sesiones de cabildo, enviando mensajes de amor o de centro izquierda, con esa sensación de que es el niño nuevo de la clase, arrinconado, rodeado de alumnos aventajados, esperando la oportunidad para alzar la mano y decir lo que piensa, desesperado por el error para que la prensa vea que siempre sí, es la oposición que todos esperaban, con esa sensación de huerfanito que espera la oportunidad para hacer un nuevo show.