*El 1 de agosto fue nombrado como Delegado Federal de la Secretaria de Desarrollo Social (Sedesol) a Alejandro Aviles Álvarez– irónicamente la instancia que abandera el combate la pobreza en manos de uno de los personajes más controvertidos de los últimos 3 sexenios en temas cuestionables sobre el uso de dinero público-.
ANTONIO MUNDACA
El PRI mantiene sus prácticas porque esas le garantizaron el poder 70 años consecutivos en el país y 80 años en Oaxaca. Por más que intenta rejuvenecer en sus formas ha pasado de los cachorros de la revolución, a los cachorros del neoliberalismo. La muestra más reciente de esa visión retrograda es que sigue premiando a los corruptos. El 1 de agosto fue nombrado como Delegado Federal de la Secretaria de Desarrollo Social (Sedesol) a Alejandro Aviles Álvarez– irónicamente la instancia que abandera el combate la pobreza en manos de uno de los personajes más controvertidos de los últimos 3 sexenios en temas cuestionables sobre el uso de dinero público-.
Ya medios estatales documentaron el despilfarro de lo que fue entendido como un destape de cara al senado en 2018. Una muestra de cinismo y aplausos de quien ha sido testaferro de Ulises Ruiz y José Murat, y ascendió a la cúpula política mediante traiciones y acusaciones de venta de candidaturas muchas veces. Dirigente del PRI estatal que devolvió al poder a su partido, efímero titular de la Secretaria General de Gobierno (Segego) y enemigo político de los juniors que llegaron con el gobernador Alejandro Murat a Oaxaca. Avilés Álvarez, a dos semanas de haber tomado el cargo federal, se proclama como pieza clave para operar para el PRI el proceso electoral como sabe hacerlo, a billetazos.
Atrás quedaron sus escándalos, al menos para sus allegados que reviven en puestos políticos de Sedesol. Con cinismo partidista, Alejandro Avilés alza la mano ya redimido para mantener el poder que garantice, por lo menos otra vuelta, a su hijo al hotel Aria Resort Casino de las Vegas, Nevada, o un viaje en helicóptero a costa del erario a Huatulco.