Asunción Ixtaltepec, Oaxaca, México.
Texto: Carolina Mejía
Fotografía: Antonio Mundaca
En el municipio de Asunción, Ixtaltepec, el 80 por ciento de las casas quedaron colapsadas, y alrededor de 20 personas fallecidas. Fue de los primeros municipios donde llegó el apoyo del gobierno con víveres y medicinas. En uno de los albergues oficiales se otorgan colchonetas y se ofrecen tres comidas al día.
Es casi de noche y sopla un viento fresco pese al calor que priva durante el día. Iván, hombre de mediana edad y vecino de Asunción, comenta que a Ixtaltepec sí llegó la ayuda del gobierno casi inmediatamente después que despertaron de la visita del monstruo de los sueños que los dejó sin hogar.
“El problema aquí no es tanto el apoyo ahorita, el problema es cuándo vamos de nuevo a tener un espacio donde vivir, y cuándo la gente va recuperar su forma de vida”
En Ixtaltepec el 60 por ciento de los habitantes se dedica a la elaboración de barro y al comercio improvisado formal e informal. El otro porcentaje es profesionista, la mayoría maestros.
Iván asegura que el problema con los apoyos es que las personas que cuentan con su quincena porque poseen un trabajo formal, son las primeras en saber cuándo llegan las despensas y las acaparan, mientras las personas que sí lo necesitan se quedan sin nada.
Pese a esto, cuando han sido donados alimentos por parte de particulares, la comunidad se organiza y convive. Con una res que obsequió un ejidatario prepararon un guiso para el almuerzo que fue repartido entre todos. El otro día con 6 costales de elotes prepararon atole dulce.
“Vienen las autoridades. Nos dicen que van a reconstruir nuestras casas. Pero no sabemos cuándo ni cómo”, lamentó el ixtaltepense, mientras sostenía su cigarrillo en los dedos y miraba fijamente hacia el salón ejidal donde las personas se arremolinaban ente la presencia de autoridades del gobierno.
La moto taxi -principal transporte usado por los itsmeños- anda por las calles y a bordo lleva una familia que a su paso, reparte tortas de pollo y agua de flor de jamaica. La noche acecha las casas derruidas. En el rostro de los niños, mujeres y hombres se observa la esperanza. Reunidos bajo los almendros de sus patios o sentados sobre la banqueta esperan que con el tiempo, la pesadilla pase.