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Antonio Mundaca

Barrera Mojica, se despide del cargo sin poder. Inmovible, cuidado por sus hijos que supieron vivir del erario con viajes y camionetas, mientras él se debatía en su sueño de rey y su realidad de nada

El presidente municipal de Tuxtepec, José Manuel Barrera Mojica no sabe nada. Tiene el virus del presidente que nunca gobernó, pero incrementó en tres años su nivel de vida y sus riquezas con propiedades poco secretas, sabiendo que de su indiferencia, vendrá el olvido de los ilustres y si bien le va, una reprimenda del gobierno estatal por desvió millonario o alguna amonestación de la burocrática Auditoria Superior del Estado (ASE) en tres años, mientras resuelve apenas las ignominias de las administraciones durante el negro sexenio de Ulises Ruiz Ortiz.

Barrera Mojica, se despide del cargo sin poder. Inmovible, cuidado por sus hijos que supieron vivir del erario con viajes y camionetas, mientras él se debatía en su sueño de rey y su realidad de nada. Barrera Mojica pasó de ser el presidente solitario al presidente que no fue. Concluye su trienio con la desesperanza de un cambio que aún no llega en Oaxaca, envuelto en el repudio social, la lastima, las excusas, firmando en la penumbra papeles para no ir a la cárcel o perder el patrimonio que obtuvo con dinero del pueblo.

El presidente municipal de Tuxtepec, no sabe nada. Ciego, olvidado por su cabildo duerme los últimos días en su oficina de palacio municipal, si acaso ahora un dormitorio. Porque los problemas, las reuniones y el manejo de los recursos se discutieron en su domicilio particular que se convirtió en “recinto oficial” para sesiones de cabildo los últimos tres años. No sabe nada, cansado y frágil le queda el consuelo de los bolsillos llenos de billetes. Así es el otoño del patriarca que nunca dejó de ser priista y nunca fue perredista, y si no es porque la historia lo marca como el peor presidente en 20 años de Tuxtepec, tampoco creeríamos que fue presidente municipal.

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