“Lo que hemos pedido durante años a los presidentes municipales es que nos traigan un centro de salud, uno de esos comunitarios para que no se nos enfermen los niños con las lluvias”
Antonio Mundaca / @amundaca
VALLE NACIONAL, OAXACA.- Montaña arriba siempre hay un pueblo tras otro, separado por brechas de caminos que parecen interminables, hasta que llegas a San Antonio Otate y la eterna marginación de Oaxaca se ve revelada de golpe en unas las comunidades enclavadas en los límites de Valle Nacional con la Sierra Juárez, casi en la frontera con Ixtlán, cuyos índices de pobreza según datos del catálogo de localidades de la Secretaria de Desarrollo Social (SEDESOL) tiene al 75 % de sus casas en condiciones de hacinamiento desde hace dos décadas. Al costado de la desviación de Valle Nacional a la comunidad de Arroyo Banco, suben camionetas rurales de pesaje hasta que en algún instante lo único que queda son el verde infinito de los cerros y el camino rojo de tierra llovida. Para llegar al punto debes caminar un kilómetro y surcar la orilla del rio que parece salir de las montañas con un caudal crecido.
“Antes no llegaban las camionetas tan cerca, había que caminar en medio de caminos coseche- ros a veces intransitables por los deslaves casi tres kilómetros cuando estaba el camino bueno” Dice Jacinto, guía local mientras nos comenta que el lodo naranja se quitará con un poco de agua cuando lleguemos al pueblo donde casi todos los hombres se dedican a la pesca y el 90% de las 300 personas que habitan lo hacen en pisos de tierra.
En San Antonio Otate se han muerto mujeres e infantes por que llegan desde hace muchos años demorados al hospital más cercano o a la casa de salud más próxima sostiene Jacinto al cual también personal de la Secretaria de Desarrollo Social (sedesol) le da unos pesos para que le ayude a censar y comparar los datos terribles desde hace 5 años, cuando salió a luz lo que ya se sabía montaña abajo por la lejanía de la comunidad: en Otate se mueren las mujeres al parir sin que pasen a las estadísticas del gobierno estatal o federal. San Antonio Otate cuenta según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social ( CONEVAL) con números de pobreza similar a países africanos que revelan tragedias en la zona chinanteca por la dificultad en los caminos y servicios básicos de salud.
En dicho poblado el 80 % de su población no sabe leer ni escribir y la mitad de la población menor de 15 años no asiste a la escuela.
LA MONTAÑA POBRE Y LAS PIEDRAS DE LOS GOBIERNOS
Al solicitar una entrevista con personal de la Secretaria de Desarrollo Social en Tuxtepec para conocer un poco más de cerca la situación de dicha comunidad se dieron largas para el asunto y nunca respondieron las llamadas sobre las acciones que el programa Oportunidades emprende en comunidades en este nivel de rezago o qué tipo de programas existen para combatir dicho hacinamiento. Sin embargo según informes de subsecretaria de Desarrollo Social, cuyo titular es Gustavo Merino Juárez, existe un combate contra más de un millón de mexicanos en dichas condiciones aunque las cifras oficiales describan a 30 millones en pobreza extrema.
En dicho informe se habla de lo “costoso” que resulta llevar a las comunidades más miserables del país los ser- vicios vitales como agua potable y drenaje, pues “sus característica cas orográficas lo impiden”. “Los 100 municipios más pobres del país están en terreno montañoso. El problema son las distancias entre uno y otro. La posibilidad de llevar servicios es reducida porque es excesiva- mente caro, complicado de lle- gar; atiendes a núcleos poblacionales muy pequeños, eso es uno de los principales factores que ha afectado el nivel de desarrollo”, revela en el funcionario federal.
Según datos obtenidos mediante la investigación de los 100 municipios con mayor marginación en el país, suman 2 mil 300 comunidades con menos de 50 habitantes, ante lo cual el gobierno evade su responsabilidad de brindarles servicios básicos bajo el argumento de que los costos de inversión son muy altos para el poco número de personas que se beneficiarían. Los males que aqueja a 300 personas que habitan San Antonio Otate junto con estás comunidades que pasan a ser parte de la estadística son la desnutrición, diarrea, deshidratación, neumonía, diabetes e hipertensión, enfermedades que en su mayoría son curables, siguen siendo las principales causas de muerte en las comunidades que viven en dichas condiciones.
“EL CUERPO DA DE SÍ”
“Lo que hemos pedido durante años a los presidentes municipales es que nos traigan un centro de salud, uno de esos comunitarios para que no se nos enfermen los niños con las lluvias” dice Inés, mujer de 60 años que reciente- mente se hizo cargo de su nieto ya que su hijo debió irse al norte como ella dice a buscar un mejor futuro, su nieto es Julio, un niño de 6 años, flaco que apenas habla el español y refieren los vecinos ha salido adelante sin medicamentos” , “el cuerpo da de sí” cuenta Lucía. Acciones de salud, educación, vivienda, pisos firmes, agua potable, drenaje, electrificación, apoyo a proyectos productivos e incluso líneas telefónicas, son algunas de las gestiones que gobiernos van y gobiernos vienen y prometen llevar a cabo, pero todo se queda en promesas re- fi ere un profesor rural que en la camioneta rumbo a San Antonio Otate critica a las autoridades de los diferentes ordenes de gobierno
“Los candidatos a la presidencia municipal, vienen, cooperamos para darles su cervecita, aquí hay mucho camarón, nos piden el voto y nunca vuelven, el camino de terracería para que llegaran los carros tardó casi 10 años en hacerse” afirmó. Y es que San Antonio Otate según el Consejo Nacional de Población (CONAPO) y corroborados en el viaje es una comunidad que cuenta con servicios de luz eléctrica desde hace 5 años, sin embargo no hay lavadoras ni refrigeradores, ni aire acondicionado y ninguna vivienda cuenta con agua entubada ni drenaje.