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El que no se cansa de defender lo indefendible es el director de obras municipales de Tuxtepec David Fridstein Flores, que sale a los medios a dar cifras alegres para justificar la coladera que son las calles de Tuxtepec, y magnificar las obras de relumbrón de Antonio Sacre –que no gestionó él, ni el gordo y que a pocas semanas, varias de ellas presentan grietas y excusas para ser reparadas- y decir que “la culpa del agrietamiento de obras nuevas (sic) en Tuxtepec es el suelo de aluvión”, aseguró hace unos días a bocajarro. No sé si es peor esa declaración que tiene un alto grado de cinismo o la de la prensa que lo repite sin atender el mínimo sentido común de los ciudadanos. Solo le faltó decir al Director de Obras Públicas del Ayuntamiento de Tuxtepec David Fridstein Flores, que la culpa por obras mal hechas y con prisa  -para  cobrar utilidades corruptas– es de los tuxtepecanos por venirse a vivir a una cuenca con tierras pantanosas.

En Resumen, la culpa del desastre que deja la administración de Antonio Sacre es responsabilidad de los tuxtepecanos, del calor, del río, de las inclemencias sociales, y no del favoritismo en la asignación de obras públicas a los compadres, a los familiares que entregan obras infladas en sus precios, con trampas en las facturas para engordar la bolsa del munícipe y el compinche-vocero que se jacta en hacerse tío lolo.

AMOR DE CABARET

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elmuromxelmuromx2017-02-10
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