Campante. Cínico. Quitado de la pena. Endeudado con proveedores, anexos y conexos, envestido en posible plumaje morenista, y regurgitado de las cañerías de la política local, acudió a la última sesión extraordinaria de cabildo Alberto Alvear Ramos, alias “Rambo”, como cómico asesor de la Regidora Lupita Santos Guerrero, y así como los cánones políticos marcan, volvió por sus fueros seguramente a percibir un salario público en lo que mejor sabe hacer: intrigar, mentir, llevar la agenda, sacarle copias, esconder documentos -y ya entrado en detalles-, estar cerca de su compadre Paco Niño, que entre odio, besitos y camisas mojadas en común, vuelven a estar como en los viejos tiempos, cerquita, cerquita el uno del otro.
La aparición de Alberto Alvear como “asesor”, viene a ponerle tintes dignos de sesudos análisis a las sesiones de cabildo, y el objetivo de Lupita Santos -quien traicionó a Paco Niño en la campaña para sumarse al proyecto Davilista, acusando la nula inclusión de ella en una regiduría- es no solo contener a Niño Hernández con la sombra que significa “El Rambo”, sino también como una medida de control a la posible oposición de Paco Niño, con la amenaza siempre latente de que ella y Alberto Alvear le conocen al ex aspirante a la presidencia de Tuxtepec, una larga lista de secretos documentados e inconfesables.
Al menos con ese pretexto, se sabe, Alvear se ha acercado a la gente de Dávila, para venderle los espejitos del contrapeso. Entre las cosas ciertas, es que Alvear quedó debiéndole dinero de campaña a José Soto, presunto dinero para la movilización del último día, lo que lo hizo “innombrable” en el clan sotitsta. Lo que también es cierto, es que traicionó a Paco a Niño en 2013, y se acercó a Amaro en 2015, y ahora llega vestido como posible miembro de Morena a vender contrapesos carroñeros, con la advertencia en el aire para la administración municipal, de que el que traiciona una vez, traiciona siempre.
