- Si las cuentas salen e Irineo Molina es elegido presidente municipal, Roger Gómez se convertirá en síndico procurador del ayuntamiento de Tuxtepec, y ocupará la misma oficina que ocupó su suegra Rosa Isela Cruz Acosta en dos ocasiones, y de no muy gratos recuerdos en esa posición, durante el trienio de Antonio “El Gordo” Sacre, y peor suerte en el ya lejano trienio de Eviel Pérez
Antonio Mundaca
Antes que “El verde”, Roger Gómez en este mismo espacio fue “el cantor” y el “apadrinado” en el 2017 y 2018, cuando empezaba una historia distinta tras lazos familiares, laborales y económicos ligado al PRI más rancio de Tuxtepec. Y es que ahora, ser “Verde”, no es lo mismo que en esos años, ya que el Partido Verde ahora es un satélite del gobierno federal, y el hecho de que en la elección pasada cuando Morena bateó a Roger Gómez y lo obligó a regresar al nido de sus padrino de toda la vida, los evielistas.
Si las cuentas salen e Irineo Molina es elegido presidente municipal, Roger Gómez se convertirá en síndico procurador del ayuntamiento de Tuxtepec, y ocupará la misma oficina que ocupó su suegra Rosa Isela Cruz Acosta en dos ocasiones, y de no muy gratos recuerdos en esa posición, durante el trienio de Antonio “El Gordo” Sacre, y peor suerte en el ya lejano trienio de Eviel Pérez.
Pero no es Morena la que le hará justicia a Roger Gómez, será Irineo Molina, que desde 2017 y tras una breve temporada distanciados, lo volvió a agarrar de ahijado. Su alianza amistosa o de intereses es una relación que a ambos les conviene, Roger Gómez tiene su rating en el sector juvenil cuando sembró a través de los concursos “Oye mi canto”, una base social en ese sector, y que desde ahí ha podido impulsar al candidato de Morena, cuya característica principal no es el carisma en este grupo de votantes.
Para convertir en síndico a Roger Gómez, Irineo Molina ha tenido que pagar una factura que ha causado escozor en los morenistas puros -quizá más por recelo que por convicciones verdaderas, también es cierto-. Ya que Roger Gómez sigue llevando en la frente el sello de contratista y operador político del villano favorito de la izquierda tuxtepecana y el político santificado de los periodistas de la vieja guardia, el actual dirigente del PRI, Eviel Pérez Magaña.