Pero el peligro del rencor de Sacre Rangel es extendido en dos casos particulares: Alejandro Galván, Director del portal Iconos a quien pretenden imputarle crucifijos fuera de pascua, y funcionarios municipales mandan mensajes en su contra con carpetas y folios “para hacerle cansado el trabajo”. El otro es Edgar Perea, reportero de El Tuxtepecano. Acoso legal, desaparición de ejemplares, intento de hackeo a páginas web, duplicación de cuentas de Facebook, acoso personal y la tentación de posibles ataques a la integridad física o familiar.
Antonio Mundaca
En los coletazos del fin de trienio, el Presidente Municipal de Tuxtepec Antonio Sacre Rangel, se ha vuelto peligroso. Era intolerante, era bravucón, era cínico, era pendenciero. Y digo “era” sin que sea cosa del pasado, solo como acotación, como una manera de identificar la nueva forma en que encara la recta final de un gobierno señalado por corrupción, insensibilidad social, facturas millonarias comprobadas con servilletas y familiares, y lujos en nóminas secretas desde que empezó “su renacimiento”.
Y como señales de que ha incrementado sus rencores hay unos tres detalles que son dignos de mención, por su torpeza ética y las posibles consecuencias: a los habitantes de Hacienda Real, que se opusieron a la apertura de un camino para beneficiar al nuevo rastro municipal -que dicho sea de paso beneficiará a él y sus familiares putativos-, les quitó el servicio de recolección de basura. Detallitos del abuso de poder. Uno, dos, tres días. “Pa´ que aprendan”- confirmaron fuentes internas que a paso de gato, filtran el descrédito de un gobierno que se despide sin brillo, pero con toneladas de dinero cobrado en diezmos de 20% y 30% al que fueron sometidos -revelan contratistas-, para dejar obras mal hechas, que al mes, ya tienen fracturas y excusas para ser reparadas.
El rencor lleva a la venganza, y la venganza es útil para quien se sabe impune. Este es el peligro. Antes de salir del Palacio de 5 de Mayo, Antonio Sacre Rangel ha instruido ataques a compañeros de prensa que han hecho crítica a su gestión. Ha habido silencio de medios que siguen pendientes de pago de facturas y se dedican a maquillar la cara del munícipe a cambio de dinero. Y ha olvidado a otros, que alguna vez lo criticaron pero hoy están a salvo en el silencio o la comodidad.
Pero el peligro del rencor de Sacre Rangel es extendido en dos casos particulares: Alejandro Galván, Director del portal Iconos a quien pretenden imputarle crucifijos fuera de pascua, y funcionarios municipales mandan mensajes en su contra con carpetas y folios “para hacerle cansado el trabajo”. El otro es Edgar Perea, reportero de El Tuxtepecano. Acoso legal, desaparición de ejemplares, intento de hackeo a páginas web, duplicación de cuentas de Facebook, acoso personal y la tentación de posibles ataques a la integridad física o familiar.
Alejandro y Edgar han denunciado el gobierno corrupto de Antonio Sacre: ambos han hablado de los hoteles remodelados con dinero mal habido, ambos han cuestionado los arrebatos del que se autonombró “Roncador” y cobra un salario de presidente, pero se ha sentido por tres años emperador o gerente de una empresa que pertenece a los tuxtepecanos, y no a su colección de negocios familiares. Alejandro y Edgar han señalado la investidura sucia de un capataz bronco que alcanzó el poder municipal, denunciando al gobierno anterior, señalado por desvíos económicos, como lo fue el de José Manuel Barrera Mojica, para superarlo en desdén y en pillaje.
Habrá que prender las alertas. El presidente Antonio Sacre está lleno de rencores contra quienes han señalado su gobierno violento, y su peculiar y apenada forma de ejercer el poder, con ataques contra quien no besa la mano de caciques.